Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2004

Feliz Año 2005

Ultimo día del año. Hay que reconocer que este año 2004 ha sido bastante malo. El 11-M ha presidido a sangre y fuego los corazones de los españoles, asumiendo un protagonismo deleznable y siniestro. Nunca más. Que no ocurra nunca más. Ese es mi deseo para el año que empieza. Espero que seamos capaces de parar, cueste lo que cueste, a esta horda de asesinos. Refugiados en la interpretación más fundamentalista del Islam, harán lo posible por destruir los valores de nuestra civilización. No lo van a conseguir. Les deseo a todos Feliz Navidad y próspero Año Nuevo. Hasta el año que viene.

¡Me ha tocado la lotería!

Hoy, 22 de diciembre, tengo una noticia que darles: me ha tocado la lotería. A algunos puede parecerle algo extraordinario, y pensarán en la suerte que tengo. Eso creo yo también. Pero he de decirles, para más inri, que es la tercera vez que me toca en pocos años... ¿No se lo creen? Allá ustedes. Y es que hoy, 22 de diciembre, me he enterado que espero mi tercer hijo. Hay cosas en esta vida que ni todo el dinero del mundo pueden suplir.

¡¡Esto no es un cuento!!

En Avilés, Asturias, hay dos víctimas que están luchando por salir adelante. Una de ellas es una chica deficiente de 27 años, con una mentalidad real de tres. La otra persona es su hijo, aún en el vientre de su madre, a tres meses de nacer. Sí, el feto tiene 6 meses de vida. Sus manitas ya tienen huellas dactilares. Ya oye los latidos del corazón de su madre. Ya grita cuando le hacen daño. No sabemos cómo ha sido posible que hayan permitido los responsables de esa chica que se haya quedado embarazada. De cualquier forma, es secundario en estos momentos. Lo urgente es evitar que a ese niño se le asesine con cobertura legal. Algo extraordinariamente perverso contiene el sistema político y social en que vivimos si este crío muere. Está fuera de los plazos establecidos legalmente, pero al parecer, hay resquicios legales suficientes para perpetrar este vil asesinato. Ese niño tiene que nacer. Última hora: Concentración silenciosa frente al Juzgado el día 17. Pide a los centros ab

El niño y el mar.

El otro día dormitaba al sol en la playa. Un niñito moreno se acercó inquieto hacia mí y me dijo: -¿Por favor, podría ayudarme? Me he perdido y no sé cómo volver a casa. -Tranquilo niño, no te preocupes. ¿A ver, dónde vives? El niño moreno extendió su brazo apuntando al horizonte en dirección al mar. -Allí, en algún lugar del océano, supongo. -Pero hijo, eso no es posible. En el mar sólo hay agua. La espuma de las olas rozaba sus pies desnudos. Miré incrédulo hacia los barquitos que navegaban a lo lejos: eran tan sólo puntitos de nácar desplegados al viento. ¿Se habría caído de algún velero de aquellos? No, estaban fuera del alcance de un niño tan pequeño. -Ahora tengo frío-, dijo el niño, poniéndose de cuclillas. -Ven, toma esta toalla. Puedes quedarte conmigo hasta que encontremos a tus padres. El niño hizo una mueca de sorpresa. –¿Qué son padres? Volví a quedarme estupefacto ante la extraña pregunta del niño. Quizá se hubiese dado un golpe y perdido tem

Soy pequeño..

Soy pequeño, a veces ínfimo. Hace falta fijarse en mí. Como todo lo pequeño, corro el riesgo de pasar desapercibido entre las cosas del mundo. Mi peor enemigo es la indiferencia, mucho más que el puro debate intelectual. Para vencerla, es necesario un esfuerzo suplementario, porque yo necesito, madre: - tu razón para conocerme, - tu voluntad para esperarme, - y tu corazón para amarme.

Epitafio para un infante no nato.

Pululando por la red visité un foro de literatura argentino. Allí encontré este poema. Epitafio para un infante no nato. Soñamos transcurrir feliz su infancia entre palomas, mientras hilaba en silencio su propio sueño de agua. Mario Romera.

El principio.

El otro día tuve un sueño extraño. Soñé que me encontraba en una calle cualquiera, en una ciudad cualquiera. La calle era estrecha, flanqueada por edificios antiguos con balcones enrejados. La gente caminaba deprisa, deteniéndose de vez en cuando ante los escaparates. No debía ser muy tarde, aunque ya la noche había caído, pues los comercios bullían de clientes ultimando sus compras. Comencé a ascender la calle, mientras admiraba la frenética actividad en torno mío. No pude menos que imitarles, acelerando el paso hasta adecuarme al río de personas que subían y bajaban absortos en sus pensamientos. Aquí una tienda de flores, allí una de regalos. Más adelante, un pequeño restaurante con velas encendidas en las mesas. De vez en cuando, pequeños retazos de humanidad como las luces de los flashes: el lloro de un niño; el imperceptible tintineo de una moneda en el cepillo de un indigente; el pulso de una anciana regando las plantas de su balcón; la mirada penetrante y fugaz de dos enamor