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Mostrando entradas de abril, 2005

Se me ha muerto el Papa.

Se nos ha muerto el Papa. No voy a recordar lo que ha supuesto la magna labor de este hombre para la gente; es algo evidente y cualquiera puede reconocer la importancia vital que ha tenido en los grandes acontecimientos siendo el inductor -instrumento de Dios- de cambios radicales en el mundo. Se me ha muerto el Papa. Y me siento como un perrillo abandonado al borde de la cuneta. Y a la vez con la enorme alegría por saber que Juan Pablo ya ha llegado al final de su camino. Huérfano por la perdida. Esperanzado por la creencia de que hay respuestas más allá de mi entendimiento. Convencido que el Santo Padre se encuentra entre los hijos predilectos de Dios. Cuando algo superaba mi capacidad para analizar y comprender razones, controversias, argumentos, miraba hacia arriba. Y Dios señalaba siempre al hombre que con su cruz diaria y ejemplo actual empequeñecía mis dificultades. Aquel que dió testimonio de Cristo hasta apurar la última gota de su existencia en la tierra: Juan Pablo II, el Gr
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Juan Pablo II 

"Ya toca a Dios."

El Papa, Vicario de Cristo en la tierra, se nos muere. Interminable sería rememorar el ímprobo trabajo desarrollado por Juan Pablo II a lo largo de su pontificado. El Papa bueno. El consagrado a la Vírgen María. El hombre que destrozó con su voluntad, comprensión y libertad el Telón de Acero. El hombre que apostó por el ecumenismo y el acercamiento a otros pueblos y religiones. El viajero incansable. El padre paciente. El amigo entrañable que llevaba el mensaje de Cristo por los confines del globo. Ya casi toca a Dios. Y yo no sé si rezar por su salud, o porque al fin pueda saborear las mieles del triunfo. María, lleva al Santo Padre en tu regazo a Cristo, tu Hijo, y haz que el sacrificio de estos años sufridos gozosamente por el Papa iluminen los corazones de los que aquí quedamos. Señor, dale el descanso eterno. Brille sobre él tu Luz eterna. Descanse en Paz, e interceda por nosotros. Amén.