Dijo la celosía: apóyate en mí; dame alegría. He sido árbol, madera, trozo afilado en los sueños de un ebanista. Puedo instruirte en las cosas del mundo. Tamizaré los rayos de sol para que no te quemen y te protegeré de la lluvia y los días de viento. Cuando llegue mi hora, me cubrirás completamente con tu verde manto y me enterrarás entre tus hojas.

Y la enredadera asintió, callada, desplegando sus ramas. Crecería a su sombra hasta hacerse densa y fuerte. Y al llegar el momento, tejerá con sus raíces el sepulcro de la celosía.

Allá, en lo más profundo de su corazón.

Comentarios

yaya ha dicho que…
que lindo pensamiento
me encanto

saludos desde monterrey mexico

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