La espera.

Según voy adentrándome en el bosque, la rutina diaria se diluye y dispersa, como si la bruma de la madrugada dejase paso a un nuevo amanecer. Voy andando despacio, disfrutando del rumbo errante de mis pasos. Mi equipaje es liviano: apenas un trozo de pan con queso y una bota de vino medianeja, una navajilla heredada y un trescuartos raído que me sirve de abrigo.. y a veces de manta.



Brotes arrancados y un surco de paso que corta en dos la uniformidad del bosque..

Buen sitio para la espera.

Comentarios

Patito_feo ha dicho que…
Es todo un placer volver a leerte después de las vacaciones de blogs que me he tomado. Ahora estoy poniéndome al día de tu blog y sigue tan magnífico o más que cuando me fuí.

Un saludo
Anónimo ha dicho que…
Que entrada tan bonita para hacernos recordar que necesitamos un tiempo tranquilo y sosegado para la espera, cualquier espera...

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