Perdido.



Hay un lugar escondido en una sierra del Norte de España al que suelo acercarme siempre que la ocasión lo permite. Abarca unas 5000 hectáreas de robles, hayas y pinos, en frondosa discontinuidad. Cada valle es una sorpresa única e irrepetible, cada senda una invitación a explorar siempre más allá. Tienen nombres sus recodos: la Fuente del Charco, cuya agua proviene de los remotos y serpenteantes vericuetos del subsuelo montañoso; el Haya del Búho, centenario árbol hueco, enclavado en la cúspide del bosque, dominando desde sus ramas ya secas el latido silencioso del valle; las Lagunejas, islas de reposo para los jabalíes y corzos que pueblan las angosturas, susurrando querencias nocturnas; el Roquedal del Musgo, el Camino de las Caballerías, el Sendero Viejo, el Roble Blanco...

Comentarios

El Cerrajero ha dicho que…
Tal y como se están poniendo las cosas en la Expaña de Rodríguez el Traidor, entran ganas de perderse en un paraiso como este y no de visita ocasional precisamente ^_^

Un saludo.
Elentir ha dicho que…
¡Qué maravilla...! Milagro es que, tal como están las cosas, aún no haya caído pasto de las llamas... Tendrías que ver cómo está Galicia, es para echarse a llorar. :-(
Antecedente ha dicho que…
Como algún desgraciado se atreva a intentar quemar "mi" bosque, habrá de vérselas conmigo!
Elentir ha dicho que…
Toca madera (nunca mejor dicho), Antecedente. A mí me quemaron en 2006 mi observatorio de estrellas, en el Alto de la Grova. Desde entonces apenas he ido por allí, me da mucha pena ver como ha quedado.

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