No soy una mercancía.



Soy rentable.

Para aquellos que me tratan como a una mercancía, soy rentable. Venden cincuenta millones de unidades al año en el mundo, y mi precio es como el de la consola Playstation. Un negocio cuyas multinacionales se reparten por todos los continentes, y cuyo valor añadido es codiciado por los países más industrializados.

-Contribuyo a reducir la inmigración.
- Contribuyo, asimismo, a reducir los problemas económicos o psicológicos de los ciudadanos de un país, o al menos, a no aumentarlos.
- Me consideran un factor esencial en una correcta planificación demográfica.
- Soy tan importante que puedo llegar a ser un problema estratégico y político para algunos países.
- Soy objeto de intercambio por el Banco Mundial para reducir la deuda externa de los países pobres.
-Estoy en el centro de las investigaciones más rentables e importantes para el futuro; de hecho, muchos me consideran la materia prima esencial.

¿Cómo es posible que todavía haya gente que me trate como un objeto de intercambio, una mercancía al por mayor, o una estrategia política? Soy una persona, no un esclavo manufacturado con precio final.

Comentarios

El Cerrajero ha dicho que…
Todo radica en que no somos mas que un número al que se le debe ordeñar el voto cada cuatro años.

Y esto en el mejor de los casos, cuando se está en Democracia. Si no, ni eso.

A partir de ahí, se 'entiende' como nos tratan ya desde origen.
Anónimo ha dicho que…
Dice la Escritura que Dios habla por boca de los niños de teta, pero veo que estos niños hablan por la tuya. Interesante...
Elentir ha dicho que…
Muy acertada tu reflexión, Antecedente. Es curioso como hay gente que pretende disfrazar la verdad para taparla a los ojos de la gente y que nadie pueda reconocerla. Tú la has dejado al desnudo, con una sencillez y una evidencia que salta a la vista.

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