Amor en tiempos de cólera.




Quería que me dejases en paz.

Entraste sin llamar; eras como un intruso del que no conseguía desembarazarme. Quise gritar al enterarme de tu presencia. Pudiste escuchar uno a uno mis reproches. Todos me daban la razón y yo no podía ocultar mi ira hacia ti. No sé cómo pude hablar contigo esa noche, a solas, hasta que el amanecer tiñó de oro la madrugada; no sé qué aventuras me susurraste; no sé qué promesas imposibles de cumplirse. Y, sin embargo, llamaste a la puerta de mi corazón y te puse nombre.

Sí, hijo mío, tú me enseñaste a amar en tiempos de cólera.

Comentarios

El Cerrajero ha dicho que…
Ellos son el combustible necesario para alimentar el motor que hace girar el mundo.
Crispal ha dicho que…
¿Acaso la felicidad no es más que contemplar la sonrisa de un hijo?
Natalia Pastor ha dicho que…
Los hijos son un regalo de Dios, la razón suprema por la que levantarse todas las mañanas y afrontar los retos que lavida te plantea.

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