Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2008

Economía real.

Imagen
Perdidos en la jerga económica, conceptos como macro y microeconomía, P.I.B, T.A.E, I.P.C., no dejan de asaltarnos como fantasmas en una noche de tormenta. La "economía real", esa entelequia en boca de políticos y mandamases que cobran 10.000 euros al mes, ha perdido su significado para convertirse en parte de una retórica ajustada al uso diario, relativa según el momento y justificativa según lo que hayan publicado los periódicos por la mañana. La economía real es la suma de tragedias económicas personales de cada uno de los miembros que conforman la sociedad en que vivimos, y sus consecuencias. La economía real son el millón de personas que ha perdido de media más del 40% de sus ahorros en La Bolsa. Son los tres millones de personas (camino de 4.000.000) que han perdido su trabajo, sin esperanza de encontrar a corto plazo un empleo que les permita pagar sus facturas, con la temida hipoteca como atalaya de sus preocupaciones. Son los más de diez millones de personas que está

Agenda

Imagen
Según transcurren los días, más rápido pasan los años. Mirar atrás en mi agenda es revelar de nuevo mis pasos, como huella en un camino de tinta, como pluma en una marea de trazos. Tengo separadas las fechas, recordatorios, cumpleaños, citas, notas, reuniones, teléfonos garabateados, y una foto tuya y mía, plastificada con mucho cuidado: no creí que llegase el día que pudiera haberla olvidado allí, en el fondo de la agenda.. allí, en el rincón más solitario. Por mucho que transcurran los días, por muy rápido que pasen los años, no puedo borrar lo ya escrito, no puedo cambiar el pasado. Me lleva una eternidad releer el año que está acabando. Las páginas de mi vida reducida a los apuntes de mi errar nostálgico: las luces que pálidas juegan con las sombras de días amargos; la lúgubre ironía de mi soledad, yo que estoy siempre acompañado. Hoy tengo (como ayer, como todo el año) la agenda muy ocupada, llena de páginas en blanco.

Espectáculo de Amor.

Imagen
Hace unos días asistí de nuevo al espectáculo de la vida. Mi hija Beatriz acababa de dar otro pasito en su evolución como miembro de este mundo nuestro, naciendo. Es inútil disimular el nudo en la garganta y las lágrimas en los ojos al ver tal explosión de vida, en el justo momento que el bebé sale del vientre materno; y sin embargo, en nada se diferencia por su naturaleza cinco minutos antes, ni cinco días, ni cinco meses. Tal criatura está y estaba allí, esperando llegar a la luz del mundo. A nadie puede dejar indiferente ser testigo de un parto, y mucho menos si la personita que está naciendo es tu propio hijo. La mezcla de emociones es muy intensa; se me hace complicado describir con palabras los minutos de lucha, dolor, amor y esperanza: mi mujer sudando, empujando, exhausta del esfuerzo, con su mano apretada entre las mías hasta la última contracción.. Y ahí mi hija, aterida de frío, recién nacida, llorando para respirar, respirando para vivir. Inmediatamente madre e hija se fund