Mamá y Papá.

Más de un millón y medio de personas se han reunido el sábado pasado en Madrid bajo el lema "La familia Sí importa." La sociedad civil se mueve. Las personas no se conforman con esa especie de "estandarización de los valores políticamente correctos" -el pensamiento único- que se pretende imponer desde los medios de comunicación.

Algo tan básico como es el derecho de los niños a tener una madre y un padre, -polos complementarios abiertos a la procreación desde el principio de los siglos- son negados sistemáticamente por un gobierno al que le importa más la demagogia de una supuesta igualdad, que la protección jurídica de la familia.

Todo vale para manipular una manifestación modélica: se acusa a los organizadores de ser la derecha más retrógrada y reaccionaria. En un periódico se les ha etiquetado como "sociedad clerical". En las televisiones se ha empezado a bombardear a los televidentes con debates sesgados, con ataques feroces a la familia, con forzadas equiparaciones donde, al ser todo relativo y discutible, cualquier cosa vale mientras lo decida la mayoría.

Y sin embargo, ahí está el 92% de la sociedad representada por el foro de la Familia. Padres, madres, hijos, hermanos, abuelos..., todo un imbricado laberinto de parentescos y árboles genealógicos que desplazan cualquier análisis del más sesudo intelectual progresista al limbo de los despropósitos. Por mucho que pretendan torcer con palabras y argumentos la realidad biológica y social de la familia tradicional, desprotegiéndola a su antojo, no podrán destruir la unidad básica de la sociedad civil.

El precio, sin embargo, lo pagamos todos, y en especial aquellos más vulnerables. Las consecuencias de desvirtuar el matrimonio, convirtiéndolo en mero documento contractual entre personas adultas, abre cualquier proceso de unión a voluntad de los contrayentes, e hipoteca el desarrollo ideal y completo de los niños. ¿Por qué no casarme con mi hermano? ¿Y un trío? ¿Cómo negar la poligamia, si todo vale?

El gobierno legisla haciendo hincapié en la excepción, convirtiéndola en regla. Habrá entonces que convertir a los actuales mandatarios en minoría, para ser consecuentes. En las próximas elecciones les esperaremos.

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