El niño.


Esperanza desde lo alto....

¿Qué mira ese niño?... o más bien, ¿qué ve ese niño?

No parece ser la herrumbre ni los escombros en los que está absorto. No es tampoco el patio destrozado, las paredes resquebrajadas ni la techumbre derruida. Diríase que algo le ha sorprendido allá en lo alto.

Quizá el niño dibujaba garabatos en su cuaderno. Bien podría ser que, sentado en el duro poyete de piedra, dirimiese sus primeras operaciones matemáticas sumando o restando cifras dictadas al son de las bombas de alguna guerra indescifrable.

Frágil niño rodeado de una pesada carga. Inocente pequeño mirando el cielo a través de lo accesorio. ¿Qué ve ese niño? Podríamos analizar su expresión e imaginar su sueño.

Ese soñar despierto con que los niños miran a veces, armados de valor y desnudos de alma. Anunciando otro mundo posible.

Esperanza es el reflejo de la luz en sus ojos.

Dulce niño que miras a lo alto: no hay miedo en lo que ves porque tú no tienes miedo. De nada sirve que nosotros nos preguntemos sobre el objeto de tu mirada. Es sólo tuya. Lo único verdaderamente importante de la fotografía - cuadro azul pintado de realidad- es tu presencia, tan imponente que desborda lo que te rodea.

Sentado en el borde de la nada, tú lo eres todo.




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