Vacaciones.

Cuatro años ya sin vacaciones. Cierto es que no puedo quejarme demasiado, pues hay gente que no sabe siquiera lo que son. Pero también es verdad que hay otros (se me ocurre aquellos que trabajan como profesores en la escuela pública, por poner un ejemplo) que disfrutan de un solaz y arrebujado descanso durante tres meses al año. Supongo que como yo, hay mucha gente que no se lo puede permitir.

Soy de los que tienen que ir los fines de semana a ver a su familia. Coger el coche el viernes por la tarde para volver el domingo de madrugada. Y así paso el verano, bebiéndome con avidez los ratos que puedo compartir con los que más quiero.

Doy gracias a Dios por ello.

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