Raíces.

Sí, a veces quiero escapar y perderme de nuevo en aquel lugar. Volver a recorrer despacio los senderos de mi vida, ajeno a las miradas del pasado. Y ver a Dios en los primeros rayos de sol cuando se filtra entre las hayas, en un tamiz perfecto, por un segundo que dura ya muchos años. Ahora ya hay profundas huellas en el camino, en una senda que otros han pisado; el bosque que yo creí que existía solo para mí, ha cambiado.

Dios lo ha moldeado.

Comentarios

Natalia Pastor ha dicho que…
Ultimamente yo también tengo esa sensación.
Cad vez que voy al pueblo de mis abuelos y recorro lo sitios y lugares que frecuentaba durante mi niñez y adolescencia,donde jugaba y me divertía con mis maigas,paseaba o me tumbaba junto a la vieja encina a leer "Cien años de soledad",siento que todo ha cambiado,que ya no es como yo lo recordaba.
Saludos.

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