Manifiesto inicial del Humanista.

La causa de las palabras, que para nada sirven,
o para vivir tan sólo, es una causa pequeña.
Pero si cada día sabes con mayor certeza
que no sólo repudias las coronas
sino que cada vez te dan más asco;
si en verdad no quieres hacer de tu ya arruinada inteligencia
una prostituta mercenaria que venda sus pechos o su alma
a cualquier hijastro del dinero o si, sencillamente,
poco necesitas y tan sólo te importa soportar
con dignidad la vida y sus tristezas
mejor será que asumas desde ahora
la inevitable condena de la soledad y del fracaso
y que como luminoso o ciego abandono de estrellas a esa pequeña,
muy ridícula causa ya te abraces, que del todo lo hagas
y que en tu habitación vacía las palabras del fuego sean ceniza,
que se asalten y persigan, que tengan frío,
en su noche a solas, por decir tu nombre.

S.Montobbio.

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