La Gran Muralla.

La Gran Muralla se extiende a lo largo de toda la frontera. Los ejércitos democráticos la custodian día y noche, y patrullan organizadamente para descubrir resquicios en sus muros. Han inventado toda clase de técnicas, perfeccionadas por una legión de ingenieros, para evitar que nadie traspase sin permiso esa línea artificial, divisoria entre nuestra forma de vida y los posibles invasores.

Tenemos ejemplos de cómo funciona en nuestro tiempo. Está la frontera de Usa con Méjico, donde los espaldas mojadas cruzan agazapados en la noche. En España, la frontera de Ceuta y Melilla, las Canarias y el Estrecho, puerta de Europa desde Africa. En Israel, dividiendo los territorios palestinos.

Pero esta frontera es especial. En este lado, el poderoso hemisferio que mueve el mundo ha creado el sistema. Los conservadores, los liberales, los progresistas, los comunistas.. Todos asienten que lo esencial es limitar el acceso, planificar los permisos de residencia, controlar que aquellos que pasen sean elegidos de forma precisa. Para ello se articulan Tratados Internacionales, se financia a través del Banco Mundial, y la ONU avisa a todos sus miembros para que adopten las Directrices y Ordenanzas necesarias hasta hacer sus respectivas fronteras inexpugnables.

En esta frontera que hemos creado a nuestra conveniencia, recurrimos a razones económicas, justificamos nuestro Estado de Bienestar Personal, acusamos al desarrollo demográfico insostenible a largo plazo. Tenemos un miedo atroz a que nuestra vida sufra un cambio irreversible.

Pero pocos se asoman a la verja para escudriñar quién está llamando a la puerta. Veríamos que al otro lado sólo habría niños. Niños de todas las razas, clases, nacionalidades, de todas las culturas, llamando a la puerta para poder existir, nuestros hijos. La novedad está en el tratamiento de aquellos individuos que han logrado traspasar la frontera y no son deseados, aunque ya hayan logrado el status de “ser”. Eliminados. El Estado proporciona otra enorme legión de profesionales (empresarios, doctores, psicólogos) , para que ejecuten los frutos del egoísmo.

Así somos nosotros, los que levantamos múltiples barreras. La barrera de la pastillita y el profiláctico. La muralla del cochazo nuevo. La frontera de “ya tengo la parejita”.Conscientes que otros pueden cambiar nuestro mundo si no dividimos o departamentalizamos el acceso a nuestro bienestar. Demasiado cómodos para imaginar una comunidad de amor ajena a nosotros mismos. Demasiado egoístas para vivir en libertad con nuestros propios hijos.

Hijos que llaman a nuestra puerta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Días felices.

Tony Blair, el enemigo en casa.