Imágenes.

Después del cafetito y la sobremesa, vuelvo de nuevo a la plaza para algún comentario, antes de mi vuelta a la rutina de Madrid.

Quiero comentar algo sobre las procesiones. Sí, esas gentes que se reúnen en las fiestas de un pueblo, o en Semana Santa, y sacan a la calle la mejor Imaginería de sus tierras. Quienes ven el espectáculo de una procesión recorriendo las calles, no lo olvidan. Y yo creo que no es una cuestión puramente estética, que también, sino que trasciende por su significado religioso.

Si fuese fotógrafo profesional, podría quizá medir y someter la luz del rostro de la Dolorosa, mecido por los rezos y cánticos de las personas que la acompañan. No es el caso. A mí me gustaría cambiar de perspectiva, y dirigir el objetivo a las personas que contemplan desde fuera la procesión.

Y veo cómo las miradas refulgen como fuego al paso de la Virgen María; y noto cómo los párpados de sus ojos se cierran un par de segundos, porque no soportan la carga de la emoción. Corazones endurecidos por las vicisitudes diarias, se abren en surcos, sin apenas resistencia, mientras el tiempo se para en una culpa que necesita Su perdón. Desde cerquita de la imagen y mirando hacia atrás, a tu alrededor, verás las vidas de otras personas avanzando al mismo paso que tú.

Historias silenciosas que convergen en el amor de Dios.

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