Perdona el retraso.
Hoy estás apoyado en un banco del parque, encorvado en tu bastón, mirando fijamente a ninguna parte. Pareces ensimismado en algún recuerdo y tu semblante se ha puesto triste. Debes tener bargueños enteros de vivencias, llenos de cajoncitos estancos que de vez en cuando abres para ti. El que has abierto hoy huele a hojas secas de otoño, a bufanda deshilachada, a pañuelo de seda azul.
Y a un ramito de nomeolvides en el ojal de la tarde.
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