Semana internet-free
Esta semana ha tocado lectura. Compré el libro de Jesús de Nazareth (Benedicto XVI) y me dediqué a disfrutarlo en sorbitos pausados, como quien paladea un vino excepcional envejecido por los años, y sin embargo, de tanta actualidad.
Hemos pasado en familia el día de la Hispanidad. Ha sido divertido enseñarles las tropas desfilando, todas a ritmo marcial, y les he recordado que así les quiero ver desfilar cuando toque la hora del baño. Lo que más les ha gustado han sido los aviones, sobre todo los de la patrulla Águila, sobrevolando con sus colores rojo y gualda el cielo de Madrid.
Por un momento hemos soñado que todos somos España.
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Y de este signo brotan las mejores virtudes de aquellos que se entregan a Cristo.
Tengo el convencimiento que el intento de destruir España para que desaparezca finalmente de la Historia es también el intento de diseñar una sociedad sin Cristo.
El día que Cataluña se autoproclame independiente será el día en que se quiera presentar ante la historia como una sociedad que tiene sus raíces ancladas no en la Fe en Jesucristo sino en el estado, que es el nuevo dios prometido, arquitecto del bienestar e ingeniero del nuevo orden social.
Ese día ha de llegar, primero por la insistencia de quienes odian a Cristo y por ello a la España católica, y segundo, por la contemporización de quienes debían transcender su cultura a fin de lograr la universalidad propia del catolicismo, y no lo hacen.
Ese día Cataluña será presentada ante los demás pueblos y naciones como una sociedad nueva, sin vínculo alguno con la Cruz de Cristo.
No está lejos ese día… y tampoco anda lejos la quiebra histórica de esta “sociedad nueva”.
Salvo este detalle y unas diez personas en la plaza del Obradoiro con banderas de España; en Galicia, un día sin nada especial.