Tú y yo.
boomp3.com -Señor Dios, aprovechando que estoy malito, quisiera abarcar el mar con mis brazos. Podría repartir gotitas de sal a todos los que lloran; quizá así sus lágrimas, cuando resbalen por sus mejillas hasta la comisura de los labios, sean como agua de azúcar. Pero claro, entonces ya no podríamos llorar con ganas cuando tengamos porqué hacerlo; sería cuanto menos, empalagoso. Imagínate, llorar por un amor perdido no podría ser lo mismo. Y cuando te das un golpe, o lloras de dolor, ira o rabia, sorber se me antoja desagradable. Incluso llorar de alegría sería insufrible y de mal gusto. -Señor Dios, aprovechando que estoy malito, no se te ocurra tomar en consideración lo que te pida.