Cinco días de playa.
Me voy con la family a la playa. Cierto es que la arena se mete por rincones inesperados; que las sombrillas son satélites suicidas cuyo objetivo son los ojos del prójimo; que la señora gorda con el transistor a tope imprime un sesgo poco romántico a las puestas de sol; y que no hay nada más insoportable que el sol quemando el colodrillo. Menos mal que nos quedan los castillitos de arena, con el fuerte, sus inmensas torres, el foso inundado de agua salada, y la banderita de España en una playa de Cataluña. ¡¡Qué gozada!!