Rinconcitos.
Les presento a mi olla-express: aquí mi olla, allí mis sufridos lectores.
Tengo tanto cariño a este rinconcito de mi segunda casa, que no puedo menos que presentarles esta pieza tan especial. Ubicada en la repisa de la chimenea y al lado del ventanal adosado al muro, está acompañada por un visillo que, a veces, jugueteando con la brisa, hace cosquillas en las orejas a mi pobre olla.
Después de muchos años de servicio intachable a las órdenes candentes de mi bisabuela, ha encontrado la paz. Es cierto que echa de menos los aromas a azafrán y pimienta, los guisos, potajes, y el sonido de los caldos haciendo chup-chup y pfffuiiiii, pero se conforma recordando que nadie como ella sabía trabar las salsas de las alubias o de las patatas.
Su misión ahora es guardar en su corazón de metal objetos perdidos. Cuando los habitantes de la casa creen haber olvidado de dónde vienen o porqué están allí, algo les dice -quizá la luz filtrada a través de la ventana- dónde han de mirar:
Busca en la olla...
Comentarios
Gracias Antecedente, por brindarnos además éste lugar común.