La espera.
Según voy adentrándome en el bosque, la rutina diaria se diluye y dispersa, como si la bruma de la madrugada dejase paso a un nuevo amanecer. Voy andando despacio, disfrutando del rumbo errante de mis pasos. Mi equipaje es liviano: apenas un trozo de pan con queso y una bota de vino medianeja, una navajilla heredada y un trescuartos raído que me sirve de abrigo.. y a veces de manta.
Brotes arrancados y un surco de paso que corta en dos la uniformidad del bosque..
Buen sitio para la espera.
Brotes arrancados y un surco de paso que corta en dos la uniformidad del bosque..
Buen sitio para la espera.
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Un saludo