Puntos de inflexión.
Tenía 23 años. Recuerdo con claridad esa mezcla de novedad y juventud, como otra piel pegada al cuerpo. Dejar todo atrás y no volver la cabeza. Empezar de nuevo. Tener la vida por delante. Una conversación telefónica transoceánica. Una promesa de alojamiento en el sofá de un piso compartido. Mochila a la espalda, billete de avión y todo lo conocido queda atrás, en la seguridad de la costumbre.
Aeropuerto de Singapur, amaneciendo. Andar por la pulcra, brillante terminal buscando la puerta para el nuevo embarque. Ocho horas hasta el próximo vuelo. La mirada de reojo del funcionario mientras sella el pasaporte. Metro, dirección Orchard´s Road. Humedad hasta en los noodles. Aire acondicionado para escapar del agua y el calor irrespirables. Vuelta a la terminal. Un cigarrillo en el único cuarto donde se podía fumar en el aeropuerto, repleto de ejecutivos chinos.
Y la cabeza hirviendo de preguntas sin respuestas. Y el corazón lleno de aventuras.
Comentarios
Has plasmado muy bien ese sentimiento de "descubrimientos en un mar de soledades".