No soy una mercancía.
Soy rentable.
Para aquellos que me tratan como a una mercancía, soy rentable. Venden cincuenta millones de unidades al año en el mundo, y mi precio es como el de la consola Playstation. Un negocio cuyas multinacionales se reparten por todos los continentes, y cuyo valor añadido es codiciado por los países más industrializados.
-Contribuyo a reducir la inmigración.
- Contribuyo, asimismo, a reducir los problemas económicos o psicológicos de los ciudadanos de un país, o al menos, a no aumentarlos.
- Me consideran un factor esencial en una correcta planificación demográfica.
- Soy tan importante que puedo llegar a ser un problema estratégico y político para algunos países.
- Soy objeto de intercambio por el Banco Mundial para reducir la deuda externa de los países pobres.
-Estoy en el centro de las investigaciones más rentables e importantes para el futuro; de hecho, muchos me consideran la materia prima esencial.
¿Cómo es posible que todavía haya gente que me trate como un objeto de intercambio, una mercancía al por mayor, o una estrategia política? Soy una persona, no un esclavo manufacturado con precio final.
Comentarios
Y esto en el mejor de los casos, cuando se está en Democracia. Si no, ni eso.
A partir de ahí, se 'entiende' como nos tratan ya desde origen.