Últimamente tengo el alma de visita en el extranjero. La he expedido el pasaporte y ya no sé dónde para; probablemente en el oasis de algún remoto desierto, o en la espuma de las olas, allí donde el mar acaba, y se escucha aullar el viento. La he imaginado en una ciudad atravesada de canales secretos: solitarios meandros de lluvia por los que pasea en su barca, empapada hasta los huesos. Campanarios sin campanas, majestuosos palacios sin dueño; calles y plazas vacías donde solo habita la nostalgia, como un vago recuerdo. Una ciudad sin nadie dentro. No, allí no puede estar mi alma, olvidada y rota, escindida de la ciudad de mi cuerpo. He de comunicarme con ella, aunque lleve lejos demasiado tiempo. Antes su rostro coincidía: no era la imagen borrosa que ahora me mira en el espejo. Últimamente tengo el alma de visita en el extranjero. no sé si está de vacaciones, o yo, estúpido de mi, la condené al destierro.
Comentarios
No valoramos en lo que merece a esta mente preclara, a este insigne estadista en ciernes.
No nos lo merecemos.
Desde luego, no me extraña que así se tiren horas hablando sin decir nada...
Desde luego, no me extraña que así se tiren horas hablando sin decir nada...