Lluvia de septiembre.
Hoy Dios toca el piano sobre todas las aceras.
Y a cada uno que escucha la sinfonía de sonidos -en forma de gruesas gotas, o chirimiri de rocío fresco-, chocando rítmicamente en el fondo del corazón, le suena diferente. Como aquel niño que se refugia de los rayos, apenas previendo la tormenta que atenazará con fuerza sus decisiones y hará de su libertad, su senda cierta; o aquel que mira a través de los cristales, preguntándose cómo ha podido dejar que sus sueños se le escapasen como gotas de lluvia entre sus dedos; o aquel que luchó y fracasó, y ahora el agua lava las heridas susurrándole al oído que tiene derecho a ser feliz.
O aquel que amó con esperanza, y sirvió hasta el anochecer de su vida, sonriendo.
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Comentarios
Precioso final: "aquel que amó con esperanza, y sirvió hasta el anochecer de su vida, sonriendo"